La Soledad Por el Otro Mismo

lunes, 29 de junio de 2009


Mister Lonely (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Irlanda – 2007)



Dirección: Harmony Korine.
Guión: Harmony Korine y Avi Korine.
Producción: Nadja Romain, Harmony Korine y Adam Bohling.
Cinematografía (Fotografía): Marcel Zyskind.
Dirección de Arte: Johnny Campling.
Música: Jason Spaceman y The Sun City Girls.
Reparto: Diego Luna (Michael Jackson), Samantha Morton (Marilyn Monroe), Denis Lavant (Charlie Chaplin), James Fox (The Pope), Werner Herzog (Father Umbrillo), Leos Carax (Renard), Richard Strange (Abraham Lincoln), Jason Pennycooke (Sammy Davis Jr.), Anita Pallenberg (The Queen), Rachel Korine (Little Red Riding Hood), Joseph Morgan (James Dean), Daniel Rovai (Moe Stooge), Nigel Cooper (Curly Stooge), Mal Whiteley (Larry Stooge), Melita Morgan (Madonna), Esme Creed-Miles (Shirley Temple) y Michael-Joel Stuart (Buckwheat).




Calificación: 6



Sentimientos de parentesco obligado, formas ideales que nos convierten en seres construidos por una sistematización constante de la sociedad. Estas primeras palabras reflejan el sentimiento de un personaje que siente que simplemente nació en el cuerpo incorrecto, pero no hablamos de la discordia de género, si no de un sujeto que se siente “Michael Jackson”, y si, lo sé, es extraño y muy arriesgado afirmar que “siente” que debió ser un icono cultural. El querer ser otra persona es una constante de las sociedades contemporáneas, el bombardeo insistente de identidades ideales y de la glorificación de la celebridad hacen común el deseo de ser otro, pero en este caso me refiero a una construcción más general, una característica de la pos-modernidad y de la formación y desintegración en pedazos de formas populares del ser, este es un claro ejemplo del extremo del ser pos-moderno.





La formación social del sujeto se crea a partir de la unión como resultado de una construcción de la subjetividad dentro de circunstancias sociales y culturales específicas. El bombardeo constante de la idealización de sujetos célebres ha logrado deformar a la sociedad, todo para que los individuos intenten transformarse y representarse a si mismos a partir de distintas características del ser ideal. Este ser ideal se funde con el deseo, los individuos interiorizan al tipo ideal dentro de un frenesí de consumo. Ahora bien, “Mr. Lonely” es una olla en ebullición de ideales culturales representados por los imitadores, una serie de elementos en los cuáles las identidades culturales a través del espectáculo o la celebridad cobra vida como un ideal mitificado, por eso vemos a Chaplin, Madonna, Los Tres Chiflados, Shirley Temple, Marilyn Monroe, James Dean y demás.


Últimamente un elemento que es bien identificado, pero no estudiado a profundidad, es el culto que se crea alrededor de la celebridad, y que muchas veces se les coloca erróneamente el adjetivo de “artistas”, siendo que en su mayoría es un producto que se crea a partir de la comercialización de una imagen sintética. La problemática del culto a la celebridad es a nivel más general, en la película se muestra como un comportamiento en cierto punto adorable y hasta identificable hacia el espectador. Hablamos de una valorización de características más arraigadas a la moda y a la popularidad, la frivolidad de la adoración a elementos culturales más generalizados, la confusión del valor artístico con el producto mercadológico. Un interés del individuo construido a través de la influencia colectiva, la conciencia de lo “cool” como algo natural se construye para “Michael Jackson” (Diego Luna) fuera de si, a través de la soledad, por medio del otro.

El director Harmony Korine (Escritor de Kids), guía en la película al espectador hacia un sentimiento abrasador de nostalgia, hacia lo que para cada quién significan los personajes, o las imitaciones que hacen de los personajes. Simbólicamente nos guía en una odisea de recuerdos y contradicciones, con lo que estos nombres significan dentro de nuestra construcción social, de elementos culturales que nos hacen recordar elementos de nuestra vida cotidiana, dentro de una especie de reencuentro con ese asombro que tuvimos la primera ve que vimos una película de Chaplin o de James Dean, o el momento específico en el cuál escuchamos alguna pieza de Madonna o de Michael Jackson. Estos elementos para un cinéfilo o un orgulloso de la cultura del siglo pasado, se vuelven simplemente irresistibles; as entendemos que la cultura popular y su nostalgia es un elemento de conocimiento y comprensión histórica del siglo pasado.

Pero también nos lleva a lo trágico, la esencia del espectáculo y del triunfo de un símbolo que se concentra en la finalidad de su construcción. En el caso de los imitadores, personajes principales de la película, su ideal consistía en entretener a un público que se intuía interesado en un espectáculo sincero y modesto. La vida del espectáculo se transforma en la vida cotidiana de los personajes, se vive para el espectáculo y se pierde la lógica dentro de la imitación misma. La insistencia en ser el otro es aplastada de manera cruel por la misma naturaleza del espectáculo, la costumbre de observar al original termina por desinteresar y abandonar la idea de la nostalgia.
Diego Luna funciona a distintos niveles dentro de la película, primeramente como un elemento mercadológico que atraería a un selecto grupo de espectadores, que se interesarían por la película no tanto por su calidad de interpretación o por su referencia a un buen trabajo cinematográfico en general, si no gracias a un extraño nacionalismo que se ha creado a través de una pequeña y ascendente “industria” cinematográfica nacional. Me parece que se le ha creado un valor al cine mexicano que no beneficia completamente a la expresión artística, si no relaciona al cine con una estructura mucho mayor: Hollywood, en donde con trabajos ocasionales Diego Luna se ha generado una imagen y una reputación reconocida para un público general pero con reservas para el público cinéfilo y crítico del cine. Diego Luna es un referente para un público general y de consumo mayor en nuestro país, sin tener conexiones directas con un cine de expresión artística por el momento, hay que esperar su carrera, que apenas es joven, pero su estatus de “movie star” en nuestro país no creo que le permita salir del lugar cómodo del cine convencional, aún a pesar de esporádicas intenciones incompletas como “Mr. Lonely”.

La película peca de pretenciosa, se vuelve muchas veces en una interminable reiteración del sentimiento de ser otra persona por los mismos personajes. No me parece que exista un momento climático o de profundidad sobre un tema en específico o sobre un personaje, ni siquiera sobre Michael Jackson.

Me parece que al finalizar termina por dejar esperando algo más al espectador, existe una sensación de familiaridad que se lleva a cabo de manera confusa y hasta difusa, no sé si se trate sobre los personajes o lo simbólico de sus representaciones. Ellos están inmersos en un “show” que se fusiona con su construcción de la cotidianidad, no existe una separación pese a las constantes desilusiones y contradicciones, simplemente el “show”/”la vida” debe continuar. Solo esperemos que no encuentre fama tras la muerte de Michael Jackson, ni siquiera podemos decir que es un buen tributo.
Hay Que Verla Por: La Decadencia Adorable de la identidad de los personajes adorables, la nostalgia de verlos.

No Gusta Por: No es nada personal, pero la aparición de Diego Luna no es sinónimo de calidad en el cine, no interesa más allá de los nombres de los personajes.

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