La Leyenda Por Una Leyenda

miércoles, 29 de julio de 2009

Shine A Light (Estados Unidos / Gran Bretaña – 2008)



Dirección: Martin Scorsese.



Guión:
Producción: Steve Bing, Michael Cohl, Victoria Pearman, Zan Weiner y The Rolling Stones.
Dirección de Arte: Star Theodos.
Cinematografía (Fotografía): Robert Richardson
Edición: David Tedeschi.
Música: The Rolling Stones.
Reparto: Mick Jagger, Keith Richards, Ron Wood, Charlie Watts, Martin Scorsese, Jack White, y Buddy Guy.
Género: Musical.




Calificación: 10



La música es un arte que la mayoría de los individuos goza como una forma y un momento de escape de la realidad, es una forma de expresión que emana energía y nos permite recordar todo tipo de sensaciones, desde una imagen hasta un olor o un sabor. En el caso de la música popular y el rock en particular, el breve momento de una canción que tiene una duración de unos 2 a 5 minutos por lo general, es posible repetirlo gracias a la tecnología, pero para quienes verdaderamente viven la música como un arte le dan gran importancia al momento y al espacio de una presentación en vivo, volviéndose la esencia pura del arte de la música. La sabiduría de los músicos se basa en la transmisión de sensaciones comunes e intensas a través de su arte (la música) y que no es posible repetir cientos de veces en una simulación electrónica, el espacio por el cuál logran cautivar a la sociedad es en el escenario y por momentos que siempre terminan siendo demasiado efímeros. Por eso el escenario de The Rolling Stones es el espacio principal de lo que Martín Scorcece pretende expresar dentro de una obra cinematográfica; este espacio junto a los actores principales, que son los músicos, son todo el fondo que necesita el veterano director para poder hacer sentir a los espectadores que la historia o la trama se encuentra en los movimientos y la voz de Mick Jagger, en la música de Keith Richards, en la guitarra de Ron Wood y en el ritmo de Charlie Watts. Cada quien hace de esas casi dos horas una historia personal, la cámara vuela a través de la música de esta legendaria banda, que acompañada de momentos previos al show y de muy buenos invitados nos muestra los elementos esenciales tras un momento de expresión y energía que se vuelve personal aunque se dirija a miles de personas tras la cámara y frente al escenario mismo. El espacio del escenario es lo primordial, darle otro sentido o contar otra historia aunque más íntima le quitaría el sentido de leyenda a quienes han vivido ya más de cuarenta años en ese espacio.





Martín Scorcece sabía muy bien que no había otra forma de representar y expresar lo que The Rolling Stones representan para él y para la cultura occidental, la idea de poner en video y proyectar en salas de cine un concierto por un realizador tan hábil y ágil como el director norteamericano es llevar la emoción montada en celuloide. El film contiene elementos cinematográficos que logran captar toda una historia y nos expresan de manera visual y sobre todo auditiva toda una historia de símbolos culturales que no pretenden demostrar lo que no son, no hablamos de hacerlos quedar como filántropos u hombres con problemáticas personales o con intenciones de conciencia social u otras características que muchos han tratado de representar en televisión o hasta el cine. Tal vez la idea de Martin Scorcece sea más pura y congruente, The Rolling Stones no necesitan una biografía o una antología sobre su larga carrera, solamente hacía falta una representación irreflexiva sobre su propia grandeza




A mi parecer el cine y la música no deberían estar peleados, y es que en el cine podemos percibir un baile entre estas dos formas de expresión artística, asemejándose a una relación de un tango que a la de un vals, a una pelea sensual entre dos sentidos que llaman a nuestra atención. No quiero decir que la música y el cine no puedan generar asombrosas partituras, si no que es muy común que uno de estos dos elementos (uno percibido por la vista y otro por el oído) se imponga sobre el otro. De lo que hablo es que en general en el cine la música es solo un acompañamiento, y que muchas veces la imagen y la historia dotan de sentido a la música, y otras veces en viceversa. Pero no es el caso del film de Martín Scorsese, quien sabe que el sentido lo tiene el momento mismo, y que no quiere representar otra historia imponiendo una imagen, sino que se trata de un trabajo de un fan realizado para todos los demás que también nos declaramos fans de The Rolling Stones.



El rito del Rock ha sido parte de la cultura popular desde mediados del siglo pasado, y en esta ocasión no cambia. Cierto que hay muchos elementos alrededor de toda la magia, pero lo principal ocurre en el escenario, todo lo demás se vuelve secundario. Con explosiones, guitarrazos y gritos del público (principalmente femeninos) estamos frente a una obra de arte de la cinematografía y de la música, pero que lamentablemente será clasificado como un simple video musical.


Las leyendas se saludan entre si, los reflectores y las cámaras muestran a personajes de la cultura popular como simple niños nerviosos y que a pesar de su experiencia temen al ridículo y la vergüenza, artistas que viven del momento y que saben que a pesar de lo fugaz de su expresión, las estrellas y las leyendas se generan a través de esto, de la brevedad del éxtasis. La luz resplandece tanto en la música como desde las cámaras cinematográficas, y lo que resulta de esta unión es una radiación de recuerdos y asombro ante la magia de quienes brillan por su propia cuenta, el arte por el mismo arte.


Lo Mejor: Estamos hablando de una unión de dos disciplinas con propósitos muy similares. Las dos expresiones artísticas y populares más representativas del siglo XX y de principios del XXI se unen en una colaboración de espectaculares imágenes y sonidos, toda una odisea que te hace alucinar, brincar, bailar, cantar y simplemente excitar.


Lo Peor: No creo que exista, no hay historia que se contradiga o se pierda en convencionalismos o ideologías impuestas, simplemente es The Rolling Stones por Martín Scorsese.

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